Es clave para nuestra vida.
“Es en medio del desierto de ciertos cansancios donde nosotros tenemos un aljibe; un pozo de agua, algo que nos reconforta. Esto no significa que trabajar sea un desierto, sino que las personas que tienen un nivel de estrés muy grande o muchas responsabilidades necesitan un freno”, argumenta.
Y claro, todos necesitamos de ese aljibe que nos hidrate el alma y el espíritu. Que nos dé energía, que nos dé disfrute. Según explica Isola, para los griegos (el ocio) otium era lo contrario del negotium (negocio/trabajo); el negocio era la negación del ocio. Aristóteles afirmaba que el ocio era el estar por el estar mismo: una fiesta, el disfrute. Las personas tenemos que comprender que el ocio no tiene ningún sentido, no es para algo, no tiene una utilidad. Es nada más y nada menos que permanecer y estar en el disfrute de la vida. “El problema es cuando la vida se torna un hastío y las personas no tienen ganas de descansar, no tienen ganas de ocio. Todo es negocio, todo es viaje, todo es la adrenalina de vivir a mil. Es ahí donde debemos preguntarnos ¿cuáles son nuestros aljibes? ¿Cuáles son nuestros lugares de ocio? ¿Dónde disfrutamos? ¿Nos conectamos con nosotros? Esto dice mucho de nuestra capacidad laboral”, concluye.
NUESTROS ALJIBES
Como vimos, el ocio en la vida de una persona es central. Por tal motivo, encontrar nuestros aljibes, nuestros remansos, es crucial. Descubramos nuestros espacios de descanso y, por consiguiente, de disfrute. Saber descansar es un arte complejo, pero desarrollarlo está completamente en nuestras manos y a nuestro alcance. Tengámoslo siempre presente.