Una actitud muy positiva que trae grandes resultados.
Por otro lado, debemos tener en claro que cuando existe un buen clima de trabajo, en el cual las personas se sienten apreciadas, respetadas y se entienden formando parte de una comunidad, es más probable que surjan conductas humanas positivas como la confianza y la generosidad. Según explica Peinovich la confianza no surge de inmediato, se va forjando con el tiempo en la medida que los vínculos se fortalecen. De la misma forma la generosidad, que en un principio se entiende como el deseo honesto, genuino y desinteresado de ayudar a los demás sin esperar obtener nada a cambio, precisa de una retribución equilibrada para ser justa. “Un exceso de generosidad puede provocar situaciones donde alguna de las partes no se sienta cómoda. Mismo caso puede darse en situaciones de injusticia cuando una persona pueda tratar de aprovecharse de la generosidad de otra. La generosidad, cuando es asertiva, se ofrece y se recibe en un entorno en el cual es apreciada y permite fomentar las buenas relaciones”, argumenta.
Es claro entonces que en nuestras organizaciones debemos generar vínculos donde prime el compañerismo en los distintos equipos. Para hacerlo, la especialista sugiere poner como ejes transversales de gestión a la honestidad y la transparencia, junto con una buena y fluida comunicación interna, que permita poner sobre la mesa con el mismo nivel de comodidad tanto los éxitos como los fracasos, los acuerdos y las discordias. A su vez asegura que la falta de reglas claras y de comunicación se convierten, muchas veces, en el origen de los desacuerdos y los malentendidos que minan las relaciones humanas en las organizaciones.
Y hablando puntualmente de generosidad entre compañeros, Peinovich comparte un concepto muy interesante, del escritor Stephen Covey. Él creo el término “Cuenta Bancaria Emocional”, que a través de una metáfora nos ofrece una receta válida para sostener buenas relaciones con todas las personas. Imaginemos que todas las personas tenemos una cuenta bancaria emocional y que cada uno de nosotros, con nuestras palabras y nuestros actos, efectuamos depósitos o retiros en las cuentas de las personas con las interactuamos cada día. Efectuamos depósitos cuando valoramos al otro, le demostramos respeto, generosidad y compasión, lo escuchamos con empatía, le hacemos saber que lo apreciamos y que es importante para nosotros. Esto hace que esa cuenta bancaria emocional crezca en depósitos emocionales. En cambio, cuando discutimos, ofendemos, descalificamos, criticamos destructivamente al otro, estamos pendientes de lo malo y nos olvidamos de lo bueno, estos actos representan los retiros bancarios emocionales. Y puede llegar un momento en que sea tal el deterioro de la relación, que la cuenta quede completamente sobregirada y se produzca metafórica y literalmente un cierre de esta, llegando a la ruptura de la relación de modo irreversible. “Cultivando el hábito de hacer depósitos diarios con todas las personas con quienes nos relacionamos, a través de la generosidad, la cortesía, la bondad y la honestidad, constituimos una reserva. El vínculo se fortalece y podemos incluso contar con el entendimiento y el perdón si algún día estamos mal y efectuamos un retiro. Esa reserva emocional compensará nuestro error. La otra persona nos entiende y nos perdona de todos modos. Cuando nuestras cuentas bancarias tienen saldo positivo, nuestras relaciones son mejores”, ejemplifica Peinovich.
Para finalizar, asegura que en un equipo de trabajo el concepto de cuenta bancaria emocional vale de todos y hacia todos. Es un ida y vuelta, donde como equipo nos enfocamos en ingresar depósitos y evitar extracciones. Y en la medida que esta forma de proceder se convierte en un hábito, la cultura interna adopta esta conducta como una característica y un valor. Y entonces el sistema se retroalimenta a sí mismo y la generosidad se convierte en una manera de ser. Ser generoso se convierte en sinónimo de ser parte de la organización.
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