PALABRA: PESO Y PODER

Lo que decimos tiene peso e impacto en nuestro entorno y, también, en nosotros. “La palabra, teñida por nuestra propia marca, queda resonando en lo más íntimo de nosotros cuando viene del ‘Otro’ definido por la ley de su propio lenguaje: por su propio diccionario. Y, a su vez, la nuestra resuena en quien tenemos adelante. Si bien nos la pasamos diciendo ‘hay que aceptar la diferencia’, ‘todos somos distintos’, entre otras expresiones similares que circulan hoy día, lo cierto es que forma parte de las batallas más batalladas y renegadas, siendo a menudo difícil de asimilar dichos enunciados. Por ello es fundamental poder interponer el pensar para no actuar así sin más, diciendo algo que pueda provocar sufrimiento en el otro en vez de escuchar por qué le pasa lo que le pasa”, explica la licenciada Lucía Tealdi  (M.N. N°6695 y M.P. N°55394) de la institución Fernando Ulloa. En definitiva, reflexionar y pensar antes de decir algo que pueda herir o molestar al otro. Busca empatizar, una palabra tan escuchada últimamente, pero no tan llevada a la práctica por todos.

NUESTRO ENTORNO

¿Qué sucede con nuestra palabra en nuestro entorno? ¿Cómo empatizar y no herir a quiénes nos rodean en todos los ámbitos de nuestra vida? Según Tealdi, cuando la palabra se utiliza como arma de fuego con quien forma parte de mi entorno, aparece el daño. Aparece el malestar en sus múltiples y singulares formas. Por eso es importante tratar de construir un puente entre uno y el otro, para así poder caminar la diferencia de una manera que sea menos pesada. “Este es el caso de los espacios de trabajo. Si quien se supone líder de un equipo ejerce de forma agresiva y hostil su función, sin tener en cuenta que cada trabajador tiene sus propias y singulares ‘necesidades’ más allá del contrato laboral, termina por ser ese jefe que valoriza el objeto de trabajo por sobre las personas que lo llevan a cabo. Este es el caso y la fundamental importancia de la consigna ‘CUIDAR A LOS QUE CUIDAN’. Sobre todo, en la actualidad que impone que tengamos todo resuelto para hoy y que sepultemos aquello que nos pasa en vez de elaborarlo”, explica la licenciada.

LA PALABRA CURA

Para Tealdi, sin duda, el peso que tiene la palabra es su poder curativo y asegura que los psicoanalistas viven día tras día el enunciado vertebral que supo emitir el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud: “La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas”.

“No existe lo ‘mágico’, pero sí existe aquello que nos alivia, cuando a través del buen trato y la ternura, por la vía de la palabra, podemos ser escuchados en aquello que nos hace sufrir de más y nos desorienta en nuestra vida. Porque las emociones, de no ser dichas y creyendo haberlas enterrado, retornaran de una peor manera algún día en nosotros”, argumenta Tealdi.

Para finalizar, la especialista nos deja una frase de la Lic. Miriam Mazover, Fundadora y directora Académica de la Institución Fernando Ulloa, en tiempos de pandemia: “Que se corte el virus, pero no la palabra”. Siempre apostaremos a su poder curativo.