NUEVAS TECNOLOGÍAS

Hace mucho venimos hablando que invertir en tecnología es una necesidad. También somos conscientes de que para muchas pequeñas y medianas empresa representa un esfuerzo muy grande y plantea nuevos desafíos. Pero la pandemia no dejó más remedio que todas las empresas, en mayor o menor medida, empezaran a transitar este camino y curva de aprendizaje. “La pandemia logró lo que muchos CEOs y Gerentes de Tecnología intentaron duramente muchos años sin éxito: que la tecnología sea considerada un elemento esencial de las organizaciones y que el dinero que esta requería dejara de verse como un gasto y que se tomara con una inversión o activo organizacional”, explica Santiago Battán, especialista en Transformación digital de la Red de Expertos de Identidad Argentina. Pero agrega que adicionalmente a la pandemia es necesario tener en consideración los vaivenes de la economía argentina que han provocado que durante muchos años se dilatara la vida útil de las tecnologías instaladas mucho más allá de lo que técnicamente se recomendaba o lo que contablemente la amortización del activo sugería. “Está conjunción de necesidades operacionales, realidad mundial, realidad local y seguridad biomédica (Covid19) fueron factores aceleradores de la necesidad de inversión en la actualización tecnológica de las empresas pequeñas y medianas de la Argentina, no con un fin de crecimiento productivo sino más bien como una herramienta de subsistencia durante la pandemia”, argumenta.

Sin dudas esta necesidad abre un montón de interrogantes para las pymes. ¿Cómo empezar? ¿Qué debemos mirar? ¿Cada cuánto tiempo invertir? Son muchas las preguntas y, a veces, nos cuesta encontrar todas las respuestas. Según explica Battán, la recomendación profesional para las pymes es racionalizar el gasto, diagnosticar antes de invertir, entender cuál es el estado del arte en tecnología, cuál es la disponibilidad del mercado, que están haciendo los competidores, cómo puedo financiar mis adquisiciones y cómo lograr que esa inversión genere el rédito económico que la organización necesita. Y agrega que, en épocas de complejidad social, económica y productiva, es mandatorio apelar a herramientas que permitan escalar el crecimiento, que tengan baja tasa de obsolescencia, que sus costos sean los más cercanos a valores de mercado (por faltante de stock los precios crecieron excesivamente durante el 2020).

 

123… ¡TIEMPO DE ACTUALIZACIÓN!

¿Qué hay que considerar para no quedarse afuera? Desde su mirada consultiva Battán recomienda, en los casos de tecnología informática (Software y Hardware), tener en consideración la posibilidad de incorporar servicio Cloud (sobre nube o en Internet). Estos servicios se caracterizan por no requerir de altas inversiones iniciales, son de muy rápida implementación, tienen gran facilidad para escalar en base a la demanda y su pago generalmente se realiza por uso. Para ejemplificar: “Tenemos una PC de escritorio que ha quedado obsoleta por el paso de los años y para este caso tenemos básicamente dos alternativas. Comprar equipamiento nuevo que reemplace al anterior, siempre teniendo en cuenta el costo del equipamiento más los costos derivados de la adquisición de las licencias de software que el mismo tenga instalado y el mantenimiento de este que dependerá posiblemente de su criticidad y su uso. O la alternativa a la compra de equipos físicos que es la de utilizar nuestra infraestructura instalada (“vieja PC”), como una ‘terminal boba’ que consuma servicio desde una ‘computadora virtual’ en la nube. En este caso no tendremos que comprar sino contratar sus servicios bajo demanda y este equipo podrá tener toda la capacidad de procesamiento que necesitemos y no necesitará de un soporte de software ya que esa tarea estará a cargo del proveedor del servicio. Esto es lo que se denomina Infraestructura sobre la nube o ‘cloud computing’”, ejemplifica el especialista.

Otro dato interesante es que generalmente estos servicios cloud se abonan por uso, es decir que si nosotros no estamos operando la computadora no genera costos o estos son mínimos.

La implementación de tecnología cloud o en la nube, nos permite varias posibilidades que son muy beneficiosas para organizaciones pequeñas o medianas en una época de baja facturación y complejidad operativa como las que nos ocasionó la pandemia. Entre ellas:

1. Se puede acceder a esta infraestructura desde cualquier lugar geográfico o físico. Esto garantiza la movilidad de los empleados y accesibilidad tanto desde las oficinas como desde los hogares de los empleados.
2. Se paga por lo que se consume y los costos fijos son muy bajos.
3. No se requiere de grandes inversiones para poder tener acceso a tecnología de última generación.
4. Se brinda un nivel de seguridad corporativo de los datos y las aplicaciones que sería casi imposible que las organizaciones pymes tengan.
5. Se cambia el concepto contable de CAPEX (abreviatura en inglés de capital expenditure) por Inversión OPEX (abreviatura en inglés de operational expenditures). Esto puede ser conveniente financiera e impositivamente para algunas organizaciones.
6. En caso de querer salir de un esquema de procesamiento Cloud para pasar a un procesamiento local (on premise), se puede hacer de forma sencilla y económica (previendo la inversión inicial que implica la compra de equipamientos).

 

En cuanto al tiempo que requiere cada actualización para no quedarse tan atrás, Battán asegura que no hay una respuesta genérica para todas las industrias y tampoco para todas las tecnologías. Sin embargo, sí podemos establecer un parámetro sobre la vigencia tecnológica la cual básicamente está dada por la capacidad productiva que requiera de cada una de ella y la demanda que tengo sobre la misma. Además, hay que considerar el CTO (sigla en inglés de Total Cost of Ownership) valor que representa lo que gasto para mantener mi tecnología productiva al ritmo que mi demanda lo requiere. “Nuestra mirada desde el punto de vista de especialistas para minimizar el impacto económico que produce el recambio tecnológico, es tener un buen esquema de inversión permanente pero acotado, que permita el recambio parcial del equipamiento evitando así el llegar a momentos en cual la tecnología productiva instalada me impida que siga produciendo o que el uso de esta me insuma más costos que los beneficios que entrega”.

Por último, el especialista explica que nuestra mirada sobre la transformación tecnológica no debe ser solo sobre la tecnología específica, sino que debemos tener una visión holística de mediano a largo plazo que determine el camino a seguir en la incorporación de nueva tecnología a la empresa. Esta mirada se basa, no solo en la tecnología sino en la cultura organizacional, el mercado y las oportunidades que la globalización generan. “Los procesos de transformación digital y recambio tecnológico no comienzan con la compra de equipamientos, aunque en la mayoría de los casos los requieren. Las renovaciones tecnológicas transformadoras parten de un rediseño de la cultura operacional, la formación de mis recursos, la evaluación de las capacidades productivas, la demanda del mercado, las necesidades de mis consumidores, la evoluciona de la demanda de mis consumidores, como la globalización impacta en mis clientes actuales y potenciales, como yo puedo hacer uso de la globalización para conquistar nuevos mercados y, por último, y por eso no menos importante, la resistencia al cambio de las organizaciones. Cualquier cambio tecnológico requiere de un diagnóstico exhaustivo y un proceso de gestión del cambio que acompañe la llegada de la nueva tecnología, ya que de no hacerlo así nos exponemos a que la propia organización se transforme en un detractor del cambio y que el proyecto no sea lo exitoso que se había planificado”, concluye.

 

Más info en: http://www.identidadargentina.com.ar/