Cómo lidiar con el agotamiento emocional y detectar sus síntomas.
“Buscando una definición, es interesante poder pensar el cansancio emocional en términos de ‘estado’, que, como tal, puede ser temporal o circunstancial, en la medida en que podamos revertir algunas de las cuestiones que lo provocan. Estas cuestiones no podríamos pensarlas de manera general, porque siempre, en cada sujeto lo que abruma, lo que preocupa, lo que resulta dificultoso, es muy personal, muy ‘caso por caso’, pero sí, podríamos animarnos a caracterizar algunos de los estímulos que generan este estado psíquico y sus consecuencias”, argumenta.
MAL DE ÉPOCA: SEÑALES DE AGOTAMIENTO
El cansancio o agotamiento psíquico o anímico aparece con mucha frecuencia en estos tiempos. Según explica Austral, se trata de una presentación en la que lo emocional y lo orgánico se van enlazando de un modo muy particular, que parece ir cerrando puertas a la persona en la medida en que se instalan los síntomas. “En el consultorio los pacientes se quejan de estar muy cansados, agobiados, abrumados por todo lo que tienen que hacer. En la medida en que esto avanza, aparecen dificultades para dormir, lo que siempre empeora el panorama. A las exigencias de la vida cotidiana y la falta del buen dormir, a veces surgen complicaciones de tipo alimentario: se desordena la alimentación, se hacen recurrentes los malestares digestivos, aparecen dolores de cabeza y, emocionalmente, puede darse un estado de irritabilidad y tristeza que se hace cada vez más tangible e intenso. Y todo esto empieza a complicar los vínculos interpersonales”, detalla.
QUÉ LO PRODUCE
Si bien solemos asociar el agotamiento emocional a la sobrecarga de tareas y obligaciones del mundo actual, esté no es el único factor desencadenante. Como explica Austral hay muchas personas que no están especialmente complicadas por obligaciones laborales, intelectuales o físicas de mayor envergadura y, sin embargo, aunque estén en casa sin hacer mucho pueden sufrir el cansancio o agotamiento emocional. “Debemos tener en cuenta que este se profundiza en la medida en que se presentan preocupaciones, dificultades y conflictos de compleja resolución. Por ejemplo, frente a conflictos familiares o incertidumbres laborales o económicas, duelos, separaciones, mudanzas, deudas, etc.”, argumenta.
Por supuesto, que la vida llena de exigencias y responsabilidades, de mandatos en relación con el uso del tiempo y la productividad suele ejercer significativos niveles de tensión que repercuten en el ánimo de las personas y, más tarde o más temprano, precipitan en el cuerpo, impactando en la salud orgánica también.
Otro factor que no colabora es la autoexigencia. Esta puede sumar mucha tensión al aparato psíquico, en términos de no perdonar la falla, la imperfección, el no poder con todo. “Las personas nos sobreexigimos, buscando muchas veces una performance laboral, social y económica que implica un estar permanentemente a disposición de los demás, no poder decir que ‘no’ y quedar atrapados en un devenir abrumador que no deja espacio al deseo, a la libertad de pensarse, escucharse y decidir cómo se quiere vivir”, explica Austral.
SE PUEDE VIVIR MEJOR
¿De qué manera se puede prevenir el agotamiento emocional? ¿Qué podemos hacer para salir de este círculo? Austral asegura que si se trata de un “estado” volvemos a la idea de algo que puede cambiar, que puede ser temporal y que podemos revertir. Pero para esto, será necesario ubicar en ese estado anímico un problema, poder ver en qué cuestiones nos afectan y estar dispuestos a ‘perder’ algo de esta vida, así como la vivimos actualmente y que tan cara nos resulta. “Frente a estas cuestiones la pregunta por el deseo siempre es una brújula que nos ayuda a develar el camino más adecuado, menos hostil y más genuino para cada uno de nosotros”, concluye la especialista.