¿Por qué están relacionadas y cómo potenciarlas?
El especialista plantea una posible fórmula de 3 elementos claves para propulsarnos en dirección a nuestras metas:
- Una intención explícita expresada en objetivos claros, ambiciosos y realizables. Mientras más específica sea la visión de lo que buscamos, más facilitaremos que nuestro cerebro ponga en juego la mayor cantidad de recursos para alcanzarla.
- Apilar la mayor cantidad de motivación tras esa intención y así hacer jugar nuestra biología (sistema nervioso/hormonas) a nuestro favor. ¿Cómo? Conectando con los beneficios que nos traerá lograr eso que intencionamos hacer; o recordar y evocar el “para qué” hacerlo, agregarle eventualmente algún componente de variedad, diversión, curiosidad, etc.
- Desarrollar fortaleza mental que nos permita ir tras nuestros objetivos con determinación, coraje y persistencia, cuando las cosas se complican. Como dice el dicho popular: “la disciplina empieza cuando la motivación comienza a decaer”.
¿QUÉ ES LA PRODUCTIVIDAD?
Kerner explica la otra “pata del asunto” y asegura que la productividad es en esencia una ratio entre inputs y outputs. El input es el tiempo, energía, recursos personales o relacionales que se invierten en obtener un resultado completando una serie de tareas o proyectos. Mientras más eficiente –de forma sostenible en el tiempo– seamos en esta relación, más productivos seremos. ¡Ahora atención: el hecho de sentirnos productivos no necesariamente implica que fuimos productivos! Acción es muy diferente a actividad. La “acción” implica efectividad; enfocarse en las tareas que definimos como prioritarias y que harán que realmente progresemos en nuestros pendientes y proyectos. En cambio, la “actividad” es realizar tareas que tienen poco impacto para avanzar en nuestra agenda de prioridades.
La productividad tiene tres pilares centrales:
- Primero lo primero: identificar con total claridad nuestras prioridades y poner todo el foco en cumplirlas.
- Disponer de energía “on demand”: potenciar y gestionar nuestra energía física y mental. Descanso, nutrición, actividad física, contacto con la naturaleza, prácticas contemplativas… Aprender a encarar con la tensión adecuada cada desafío. Esto hace que dispongamos de la stamina y la disposición mental para ir por aquello que tengamos que hacer
- Atención a la atención: aprender a dirigir deliberadamente toda nuestra atención hacia lo que nos proponemos hacer. La atención es hoy una verdadera ventaja competitiva personal que si logramos desarrollar nos ofrece tres beneficios: mejor calidad del output de lo que hagamos, menor tiempo de realización y menor estrés. Las prácticas contemplativas –como por ejemplo el Mindfulness– son el mejor gimnasio de la mente para desarrollar esta habilidad.
¿SIN MOTIVACIÓN NO HAY PRODUCTIVIDAD?
¿Cómo afecta la falta de motivación a la productividad? “¡Claramente la motivación influye muy positivamente en la productividad! Estar motivados hace que se pueda desplegar un mayor potencial cognitivo en aquello que hagamos. Así logramos pensar con mayor lucidez, ampliar nuestra capacidad imaginativa, tener mayor resiliencia, mayores niveles de colaboración, mayor adaptabilidad, etc.”, argumenta el especialista.
La motivación puede ser intrínseca, que es aquella que proviene de la satisfacción por la tarea que estoy haciendo y no depende de factores y recompensas externas, y la extrínseca, que si está ligada a los factores de recompensa. Como explica Kerner, está demostrado que la motivación intrínseca incrementa particularmente los niveles de productividad. ¿Cuáles son algunas de las cosas que generan motivación intrínseca? Poder aprender y desarrollar habilidades, progresar en los propios proyectos, gozar de autonomía, sentirse parte de algo más grande o registrar cómo la tarea propia adquiere sentido al sentirse parte de algo mayor.
Las organizaciones proveen tanto motivación extrínseca (salario, bonos, símbolos de status, etc.) como intrínseca. Según argumenta el especialista, existen varios estudios donde se ha detectado que la motivación extrínseca mal aplicada puede llegar a apagar la motivación intrínseca asociada a una tarea.
CÓMO TRABAJAR LA MOTIVACIÓN EN LOS ESPACIOS LABORALES
Es fundamental trabajar la motivación en los ámbitos de las corporaciones. La capacidad de sentirse motivado intrínsecamente en el trabajo es una responsabilidad compartida que recae primero en el jefe, cuyo principal rol es definir una narrativa habilitante de lo que es la realidad y la perspectiva de futuro, dar claridad en cuanto a objetivos y roles y sobre todo estar al servicio de sus reportes eliminando obstáculos para que ellos puedan realizar su tarea. Luego, está la organización que tiene que propiciar una cultura que facilite y estimule que la gente pueda volcar su máximo potencial, sentirse parte de, tener autonomía, afrontar desafíos a la altura de sus recursos, ofrecer una trama social de sostén, dar seguridad para expresar opiniones, ideas, reconocer y marcar errores. Por último, el empleado también es responsable de su propia motivación: entender cómo acceder a su mejor versión, regularse emocionalmente, gestionar su estrés, expresarse, asumir desafíos, desarrollar una actitud de protagonista y no de víctima.
Está en la cultura de la organización el punto de partida de cualquier proyecto de inyectar motivación. Sin el total aval (y ejemplo en la acción) de la Alta Dirección esto es no solo imposible, sino que muchas veces perverso. “Existe evidencia de que incrementos en la motivación intrínseca generan no solo menores niveles de burnout, accidentes y ausentismos, sino que mayores niveles de colaboración, mayor capacidad de adaptación al cambio y – como mencionamos antes- mayor productividad. ¿Por qué? Muy simple: cuando las personas no se sienten amenazadas y encuentran desafíos de aprendizaje acordes (o levemente superiores) a sus recursos y posibilidades, y además se sienten validadas y respetadas, las chances de llegar a su frontera de alta performance son mucho más altas”, concluye Kerner.