HUIR NO ES LA SOLUCIÓN

A veces nos pasa que nos apartamos de lo que nos produce dolor, sufrimiento, temor o incertidumbre. Elegimos corrernos y arrancarnos esa sensación del cuerpo y la mente como quien se saca una curita. Un tirón rápido y dejar atrás la sensación dolorosa. Buscamos el alivio inmediato y negamos. Es cierto que eludir ciertas situaciones que nos provocan temor puede brindarnos un alivio inmediato, pero no siempre es la mejor opción. Según explica la licenciada Stella Maris Rivadero, Psicoanalista, Docente y Supervisora de la Institución Fernando Ulloa, las personas solemos huir de las situaciones que nos provocan temor o ansiedad por diferentes motivos, y lo primero que deberíamos hacer es diferenciar si esas situaciones implican la posibilidad de efectuar un acto que modifique algo de nuestras vidas o si se trata de temores o miedos infundados imaginariamente. Los miedos que no enfrentamos en nuestras vidas se convierten en nuestros límites.

¿Qué consecuencias trae no afrontar las cosas? Debemos saber que acumular y postergar decisiones para no afrontar ciertas situaciones tiene peso, en la medida en que siguen en nuestros pensamientos, y nos quitan la posibilidad de mirar, comprender y concluir en tiempo y forma. “Cada escena de la vida nos enfrenta a una posición en relación al espacio y al tiempo.  Si retrasamos, postergamos o dejamos de lado eso que quedó en stand-by, en algún momento reaparecerá como un peso o en una actuación que se nos torne molesta e incómoda, que nos deja mal parados y cargando con una pesada mochila, con frustraciones e insatisfacciones, o un sin sentido del disfrute de la vida”, explica la profesional.

Por otro lado, cuando resolvemos un tema real o imaginario que nos aquejaba o agobiaba, solemos sentir alivio ya que eso nos deja liberados y con energía para realizar o sostener lo que deseamos. Durante el tiempo en que cavilamos sin darle un corte a una situación o pensamiento quedamos fijados a eso y no podemos disponernos a otra cosa.

Por último, la especialista asegura que cada uno con su estilo encontrará el modo de hacer más vivible la vida. “El mejor modo de enfrentar las cosas es el que cada uno pueda encontrar de acuerdo con su estilo y a su propia historia, que le permitan inventar para no quedar sometidos a las dificultades, esperando que sean los otros, (amigos, pareja, familia, estado o quien fuere) los que las resuelvan nuestras dificultades. El prójimo puede ayudar, pero cada sujeto debe resolver sus propias dificultades y si no siempre puede recurrir a alguna ayuda terapéutica”, concluye la especialista.