Beneficios de la práctica diaria.
Como explica Nader, el silencio tiene un aspecto intencional: uno decide entrar en el silencio, es decir, abrir los sentidos, que no solo incluye los 5 sentidos habituales, sino también el sentido de la mente donde todo se recibe y sucede. El otro aspecto del silencio es disposicional: para realmente poder escuchar debemos posicionarnos en una perspectiva de curiosidad e interés. El silencio entonces es un medio para poder ver más claramente aquello que está presente en nosotros y en los demás.
LA ERA DEL ESTÍMULO
¿Por qué en esta vida tan conectada, acelerada y llena de estímulos nos cuesta ponerlo en práctica? “Nos hemos acostumbrado a un nivel de estimulación que cumple muchas veces con la necesidad de adormecernos. No conectar es una forma de protección que, aunque efectiva, es una de las variantes de la evitación”, argumenta Nader. Sucede que la ausencia de estímulos puede ser muy intimidante y amenazadora. Cuando nos quedamos frente a la realidad de la dificultad podemos sentirnos muy vulnerables. Y si bien seguir llenándonos de estímulos puede parecer un camino sensato (¿para qué pasarla mal si podemos ver una serie que nos gusta, mirar redes sociales por horas con estímulos gratificantes e instantáneos?) esa no es la solución. Como explica Nader, el problema de la evitación es que, al adormecernos, poco a poco va subiendo el umbral de disfrute, es decir, aumenta el nivel de estimulación que necesitamos para poder sentir placer. Entonces, evitamos el dolor y en el proceso, perdemos la capacidad de sentir placer. “La práctica de meditación mindfulness nos ofrece la posibilidad de poder estar con el dolor y el placer desde una perspectiva de aceptación. Aprendemos a poder simplemente recibir la experiencia, cualquiera sea, tal como está llegando. En cierto sentido mindfulness es una forma de silenciarnos. Al hacerlo todos los días podemos generarnos un espacio diario de conectar con nosotros mismos, dejando de lado las redes, los celulares y la estimulación, para conectar con la simple experiencia de estar vivos”, argumenta.
MOTIVOS PARA CONVERTIR EL SILENCIO EN UN MANTRA
¿Por qué debemos incorporar la práctica del silencio a nuestros días? Para Nader, primero y principal porque el silencio nos puede proveer mucha claridad mental. La experiencia del silencio es invertebrada, es decir, nos ofrece la posibilidad de estar con nosotros mismos sin estructura, sin roles, sin máscaras y prejuicios. Por ello, es una herramienta de autoconocimiento. El silencio, cuando superamos la extrañeza inicial que nos produce, es un campo de profunda creatividad.
Por otro lado, hay cierta tranquilidad que el silencio despierta. “Es difícil de describir pues sería tratar de poner palabras a una experiencia que no las tiene, pero podemos decir que en tanto el ruido ocupa el espacio, cuando más se llena nuestra mente, menos puede contener. Mientras que cuando el silencio se establece, es como si la habitación abarrotada de la mente diese lugar a una simplicidad que trae tranquilidad al corazón. Se asemeja a esos momentos en los que hemos ordenado algo que por mucho tiempo ha estado en desorden. Es la calma en donde todo parece haber encontrado su lugar y al mismo tiempo, tiene una cualidad dinámica, como si a cada momento pudiese desvanecerse”, argumenta Nader.
BENEFICIOS INTEGRALES
En el último tiempo se han comenzado a hacer investigaciones sobre los beneficios del silencio y se han visto varios resultados interesantes. Curiosamente, explica Nader, aunque muy coincidente con la perspectiva del silencio, varios de los resultados surgen de estudios que no estaban orientados a investigar el silencio, sino que usaban el silencio como una línea de base por ejemplo para estudiar el efecto de la música o los ruidos. En un estudio, por ejemplo, se descubrió que dos minutos de pausas silenciosas entre canciones eran más relajantes que la música ‘relajante’ elegida o incluso que la pausa antes de empezar a escuchar música, porque, según los investigadores, el efecto del silencio parece incrementarse por contraste.
Por otro lado, se ha estudiado que el silencio promueve en el cerebro la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro de reorganizarse y cambiar. El silencio específicamente promueve el desarrollo de nuevas neuronas en el hipocampo, el área encargada de la formación de las memorias y la percepción sensorial. Además, se descubrió que cuando las personas se encuentran en un ambiente con pocos estímulos sensoriales el cerebro puede “recuperar” algunas de sus habilidades cognitivas, que incluyen una mejor compresión y procesamiento de nuestra experiencia interna y externa del ambiente.
Según argumenta Nader, las investigaciones ponen de manifiesto cuán necesario es el silencio externo y los beneficios de la práctica de la meditación, es decir, la práctica del silencio interno, de “escuchar” con atención nuestra propia experiencia todos los días. “Los beneficios son múltiples y abarcan desde la reducción de estrés, la ansiedad y la depresión, hasta el aumento de la energía, la mejora en la concentración, incluyendo también efectos físicos en la función cardiovascular e inmunológica”, detalla.
REGALARNOS ESPACIOS SILENCIOSOS
¿Cómo podemos generar estos espacios de silencio y disfrutarlos? Para Nader es tan simple como dejar tiempo en la agenda para no hacer nada. Y a esto él lo llama ‘espacios invertebrados’, momentos en los cuales debemos disponernos a no hacer nada con la experiencia. “Meditar es uno de esos espacios. Puede ser sentado o acostado, caminando sin ir a ningún lugar o simplemente estando de pie. La intención no es necesariamente disfrutar, pero seguramente, si damos espacio a estar sencillamente en contacto con la experiencia desplegándose, sin agregar ni quitar nada, aparecerá una calma y una felicidad que no dependen de ningún estímulo, sino más bien de estar en paz con lo que sucede”, argumenta. Y aclara que seguramente durante estos momentos la mente pueda ponerse activa generando pensamientos uno atrás del otro. Ante esta situación, en vez de ponernos a evitar los pensamientos o hacer que se calle la mente para poder estar en silencio, lo que debemos hacer es darnos cuenta de que hay un pensamiento y, sin ocuparnos del contenido, dejar que haga su recorrido sin intervenir. “Un pensamiento aparece, nos damos cuenta y lo dejamos ir. Entonces el pensamiento empieza a ser como un sonido que está presente mientras dura y luego desaparece naturalmente. Practicando todos los días, un pensamiento, una sensación física, un sonido o cualquier otra cosa que percibamos será nada más que eso, una percepción momentánea que aparece. Con el tiempo, el silencio interno se vuelve un estado continuo y presente. Es un espacio interno tan abrazador que nos permite seguir presentes en el mundo sin ninguna necesidad de que el mundo pare”, concluye.