Claves para que las empresas familiares continúen sólidas tras cada traspaso generacional.
Los momentos de traspaso generacional –por todo lo que representan– suelen ser etapas de crisis, pero existen diversas prácticas y acciones que encaminan el traspaso de la mejor manera:
Identificar la cultura e identidad de la empresa. Toda empresa tiene una cultura, una identidad, un objetivo que se va desarrollando a lo largo del tiempo. Tiene una historia. Es clave poder reconocerla, aceptarla y de allí en más ver cómo aplicarla para potenciarla en el rol que le toca cumplir a cada generación y conducir esa “esencia heredara” en progreso. “Las nuevas generaciones son responsables de la flexibilidad y adaptabilidad al cambio, estar atentos al entorno y poder realizar a tiempo las modificaciones necesarias para adaptar la empresa a los tiempos que corren”, detalla Casey.
Integrar a las distintas generaciones y entender su contexto social. Hacer este proceso concienzudamente, entendiendo que puede sumar cada miembro en particular, y cómo el mercado cambia al ritmo de la sociedad. No es el mismo contexto que enfrentó el fundador 100 años atrás, al que se tiene hoy o el que tendrán los jóvenes en el futuro.
Planificar la sucesión. Es casi un ejercicio que toda empresa familiar debe hacer. Planear estratégicamente, construir escenarios futuros y determinar el camino ideal. La familia debe pensar constantemente qué hacer para continuar creciendo juntos. Es importante apoyarse en consultores externos para los momentos puntuales de procesos de traspaso de cada camada generacional.
No ser lineales. Las familias se agrandan, y por lo tanto el negocio familiar también debe acompañar ese crecimiento para no dejar afuera a los nuevos miembros. Diversificar el negocio, abrir nuevas áreas acordes también a los intereses y aptitudes de esas nuevas generaciones.
Nunca poner sucesores a “dedo”. Los nuevos directivos que ocupen los puestos de liderazgo deben ser elegidos por el directorio en un proceso imparcial y justo. Colocar un familiar a dedo, que nunca se involucró en el negocio es camino seguro al fracaso.
Por último, hay que entender que el traspaso no es de un día para otro, es un proceso que está en el ADN del negocio familiar. Algo por lo que se trabaja día tras día. El diálogo y las decisiones por consenso son las dos mejores herramientas que toda empresa familiar debe siempre aplicar.