¿Qué son y qué podemos hacer para minimizar su impacto?
EL CUERPO HABLA
Como explicamos las contracturas son un síntoma no la causa de la dolencia en sí. Las causas pueden ser muy variadas y para tener éxito en el tratamiento es fundamental llegar a la respuesta correcta. El cuerpo es una máquina alucinante y si corregimos el factor estresante que está provocando la contractura, el mismo organismo la va a resolver. Según explica Mamberto una contractura nos pueden estar indicando:
- Alteraciones posturales
- Alteraciones del calzado
- Una lesión muscular o articular
- Falta de movimiento o de actividad física en nuestra vida diaria
- Sobreesfuerzos
Otro factor muy importante es entender qué a nivel reflejo nos puede estar hablando de una afección visceral. ¿Qué es esto? Por ejemplo, una afección gastrointestinal o ginecológica pueden causarnos una contractura refleja en la musculatura vertebral, y hasta que eso no se corrija, la contractura no va a ceder. Por eso, la evaluación médica es tan importante y debe ser integral. “Tampoco se puede perder de vista que somos seres emocionales y el tono muscular es influido por nuestras emociones, por lo tanto, situaciones de estrés psíquico también se pueden manifestar en contracturas musculares. Un ejemplo claro es cuando un paciente que tiene hace meses contracturas cervicales se va de vacaciones y de repente, en esos días que consigue relajarse, ´le desaparecen´ los síntomas”, ejemplifica el especialista.
QUÉ HACER
“Como kinesiólogos podemos aliviar la tensión muscular y romper reflejos de dolor mediante técnicas manuales. Podemos normalizar la situación, pero luego indefectiblemente tenemos que ir a la causa. Si esto no lo tenemos en cuenta vamos a tener alivios temporales. Y en ese´ ir a la causa´ es primordial el compromiso del paciente como protagonista activo en su recuperación, ya que muchas veces se trata de cambiar hábitos de vida como alimentación, descanso, ejercicios, vicios posturales, etc.”, detalla Mamberto.
El profesional también explica que hay ciertos agentes físicos que ayudan a tratar las contracturas como la fisioterapia, la termoterapia, crioterapia, ultrasonidos e incluso fármacos cuando el dolor es tan agudo que nos afecta o no nos permite llevar una vida normal diaria. Pero en este punto aclara que es muy importante no acostumbrarse a tomar miorrelajantes ya que lo único que hacemos es seguir tapando el síntoma mientras la causa sigue ahí, latente. Y lo que es peor, a larga tenemos más daño y compensaciones.
Con respecto a los ejercicios que podemos hacer Mamberto asegura que no hay recetas universales y cada caso tiene sus particularidades. Lo que sí podemos es mantenernos activos, hacer ejercicios aeróbicos, de flexibilidad y de fortalecimiento muscular, pero estos deben ser dosificados y personalizados por un profesional.
Por último, asegura que hay factores que podemos modificar, como hábitos de vida y posturas saludables, para prevenir o minimizar las contracturas. Pero hay otros que no. “Sugiero hacernos cargo de las variables que sí podemos modificar y buscar ayuda en el equipo de salud para logar nuestra mejor versión física, psíquica y emocional”, concluye.
Más Info: @cicloskinesiologia