Conocé los detalles de este acto universal que realizamos todos los seres vivos.
OHHHHH… ¡QUÉ CONTAGIOSO!
Si hay algo en lo que no hay dudas es que el bostezo es contagioso. Después de ver, escuchar o incluso pensar que alguien lo está haciendo sentimos la necesidad absoluta de bostezar y es casi imposible reprimirla. Y aquí está la respuesta a mi pregunta del comienzo de esta nota: bostecé y bostecé porque estoy pensando y escribiendo sobre bostezar. Leo sobre el tema, veo imágenes de gente bostezando… ¡y ahí bostezo de nuevo! “Pensar en bostezar o ver un video de un bostezo puede fácilmente desencadenar nuestro propio bostezo. Esto puede tener relación con la hipótesis que vincula al bostezo con la empatía, es decir, con la capacidad de ponernos en el lugar del otro. Estudios sobre el tema han demostrado que cuanta menos empatía tenía una persona, menos probable era que bostezara después de ver a alguien bostezar”, detalla López.
Cuando bostezamos varios mecanismos se activan en nuestro cuerpo. “Al bostezar inhalamos aire profundamente y luego lo expulsamos en menor medida. Durante dicho proceso se realizan marcados movimientos en los músculos de la cara, acompañados por una inclinación hacia atrás de la cabeza. En términos de contagio, las neuronas espejo cumplirían un rol central. Estas suelen activarse cuando realizamos alguna acción motora o la observamos en otros”, detalla el profesional.
En cuanto a la cantidad de veces que bostezamos al día, el profesional asegura que la variabilidad es muy amplia: de 1 a 26 veces cada media hora. Por tal motivo es muy difícil estimar un promedio al día.
¡A bostezar sin culpa!