Qué cosas positivas podemos encontrar en esta sensación que, en general, nos incomoda.
EL CAMINO DEL AUTOCONOCIMIENTO
Según explica Álvarez para las personas no es algo sencillo detectar y dar lugar a lo que no anda bien de sus vidas, de sus elecciones o simplemente lo que les gustaría hacer diferente.
Tenemos que diferenciar el aburrimiento de la tristeza o de estados más complejos, aunque pueden venir de la mano. “Si hablamos simplemente de la sensación de aburrimiento, de tedio, seguramente este encuentro con tiempo libre para pensar no fue fácil para todos. Se dice que aburrirse es productivo, sobre todo es una frase que se les repite a los niños y las niñas. Aunque a los adultos les suele resultar tan o más difícil que a los pequeños. ¿Cuándo un niño le grita a un adulto ‘estoy aburrido’, qué pretende? Podemos decir que convoca al otro a que propicie su deseo”, argumenta Álvarez.
El momento de aburrimiento posibilita la creatividad, ya que frena un continuo que da lugar a que pueda aparecer otra cosa, el encuentro con algo novedoso. Dejar abierta la posibilidad de esa otra cosa, eso es lo esperable del aburrimiento. También es cierto que, si bien es posibilitador de esa búsqueda, no garantiza un hacer con ella. “El ser humano no soporta fácilmente la incertidumbre que se abre ante la pregunta por lo nuevo y enseguida quiere volver a llenar esos momentos; y eso se hará rápidamente con lo ya conocido, con lo que está más a mano. Puede ser mirar series en continuado, salir a hacer compras de lo que estaría en falta, ponerse a ordenar/limpiar solo porque no se puede estar ‘sin hacer nada’”, detalla Álvarez.
Por último, asegura que, si hay disposición a dar lugar a esa sensación de aburrimiento, hacer uso de este puede resultar favorecedor de cosas nuevas. Ubica el deseo de otra cosa, diferente a la que se está haciendo, diferente a la rutina tediosa, diverso a lo que ya se conoce. “La función del aburrimiento es la de señalar que el deseo sigue atento y vigente”, concluye.