Uso responsable de la tecnología.
SALUD Y TECNOLOGÍA
Lejos estamos de demonizar a la tecnología, pero su uso desmedido tiene impacto en nuestra calidad de vida. Uno de los aspectos dónde más se nota es en nuestro descanso. “Usar dispositivos electrónicos antes de dormir puede interferir con la cantidad y calidad del sueño debido a la exposición a la luz azul y a la estimulación mental. La exposición a la luz azul puede impactar en la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, dificultando la conciliación y alterando el ritmo circadiano. Una pobre calidad de sueño puede llevar a una somnolencia diurna excesiva e impactar negativamente en el rendimiento en el trabajo o en la escuela, así como en la capacidad de concentración y memoria”, ejemplifica. Por tal motivo, es clave evitar las pantallas antes de dormir.
Según explica Ailán, además hay evidencia de que la adicción a internet puede estar asociada con cambios en la cantidad de sustancia gris y blanca en áreas clave del cerebro, como la corteza prefrontal y el giro cingulado anterior, que son zonas involucradas en el control de impulsos, la toma de decisiones y la regulación emocional. La exposición constante a estímulos digitales puede afectar la plasticidad cerebral, esto es, la capacidad que tiene el cerebro para adaptarse y cambiar en respuesta a la experiencia. Además, el uso problemático y la dependencia a internet puede conllevar problemas atencionales y de concentración.
EN BUSCA DEL EQUILIBRIO
Si bien muchas generaciones no nacimos con la revolución digital nos hemos adaptado a ella y, en algunos casos, hemos hecho un uso poco saludable. En contrapartida, las nuevas generaciones nacieron con la tecnología como parte fundamental de su vida y no conciben una vida sin ella. El gran desafío en ambos casos es encontrar el equilibrio. Como adultos, tenemos que inculcar a los niños la importancia de tener una relación saludable con la tecnología y nosotros ser ejemplo de ello.
La especialista explica que el cerebro infantil se ve influenciado por la exposición a estímulos digitales y estos pueden moldear la estructura y función cerebral, y afectar áreas como la atención, el procesamiento visual y la regulación de las emociones. Además, el uso de tecnología puede afectar el desarrollo social y emocional. “Es útil establecer límites claros en cuanto al tiempo de pantalla, supervisar activamente las actividades digitales de los niños y promover actividades por fuera de la pantalla, como hobbies o actividades al aire libre. También es importante modelar un comportamiento digital positivo limitando el propio tiempo frente a la pantalla y mostrando cómo utilizar la tecnología de forma responsable y productiva”, argumenta.
MUNDO DIGITAL VS. MUNDO REAL
¿Es una cosa u otra? La respuesta enfática es no, se trata de la amalgama de ambos mundos. El equilibrio entre la vida digital-real. Como explica Ailán, el avance tecnológico integró el mundo digital en nuestras vidas diarias y desde el auge del trabajo remoto hasta la constante conexión a redes sociales y noticias, los límites entre el mundo digital y el mundo real tienden a desdibujarse, lo que puede afectar nuestra salud mental y bienestar. El trabajo remoto nos permite flexibilidad y accesibilidad, pero también puede dificultar la desconexión del entorno laboral, así como puede limitar la socialización con compañeros de trabajo. De forma similar, estar constantemente conectado en las redes sociales puede fomentar la comparación con otros e impactar negativamente en la autovaloración. “En este sentido, puede ser de ayuda establecer límites de tiempo, gestionar las notificaciones, designar áreas en el hogar donde no se usarán dispositivos digitales o fomentar actividades no digitales”, asegura.
IMPACTO DE LAS REDES SOCIALES
¿Cómo afectan las redes sociales a la salud? Con relación a las redes sociales, la especialista aclara que no todo es negativo. Hay evidencia de que no toda forma de uso se asocia a problemas en la salud mental. Por ejemplo, se ha encontrado que la comunicación uno a uno, comentar, dar likes, tener experiencias positivas y divertidas para uno, se asociarían a una sensación de bienestar e incluso podrían ayudar a disminuir síntomas de estrés y soledad. Por el contrario, un uso más pasivo de las redes, como la simple exploración o monitoreo, se asociaría de manera negativa con el bienestar, pudiendo desencadenar síntomas de depresión y ansiedad.
Además de aconsejar considerar el tipo de uso que le damos a las redes, la especialista comparte algunas otras estrategias que pueden ser útiles a la hora de minimizar su impacto sobre nuestra salud…
- Identificar disparadores internos: Implica reconocer cómo nos sentimos antes de recurrir a estas plataformas. Estados emocionales como el aburrimiento, la soledad, la necesidad de validación, el estrés, el insomnio, la tristeza o la ansiedad, pueden motivar el uso desadaptativo de redes sociales.
- Identificar disparadores externos: Se refiere a identificar elementos del entorno que incitan el uso de redes sociales, como recibir notificaciones, ver a otros utilizar sus dispositivos, estar en lugares habituales de uso de redes o la cercanía y accesibilidad del dispositivo móvil.
- Identificar pensamientos automáticos: Implica reconocer las creencias automáticas que influyen en las emociones y comportamientos relacionados con el uso de redes sociales, como la necesidad de revisarlas para evitar la ansiedad o la importancia de los likes para la autoestima.
- Identificar impulsos: Se refiere a reconocer los deseos intensos o “ganas” de utilizar las redes sociales, que pueden manifestarse como cambios físicos como aumento del ritmo cardíaco o inquietud. Identificar estos impulsos es el primer paso para gestionarlos y controlar el comportamiento de revisar las redes sociales de manera automática.
- Identificar cogniciones habilitantes: Implica reconocer los pensamientos que justifican o permiten el uso de redes sociales, como el merecimiento de una distracción después de un día de trabajo o la minimización del tiempo que se pasará en ellas. Identificar estas cogniciones ayuda a ser consciente de las razones detrás del uso habitual de redes sociales y permite trabajar en cambiar esos patrones, si son problemáticos.
Por el último, Ailán afirma que, si el malestar se acrecienta, es muy intenso o persistente, es importante pedir ayuda profesional. El bienestar digital es también bienestar emocional.
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