Cómo cuidarnos y evitar complicaciones.
PREVENCIÓN Y ATENCIÓN
Como explica Calabria, la hipertensión arterial es el principal factor riego de riesgo para el desarrollo de enfermedad cardiovascular y la primera causa de muerte, fuera de las enfermedades no oncológicas, tanto a nivel mundial como nacional. Por tal motivo, es clave realizar los controles y chequeos correspondientes. “La presión arterial se debería controlar en cada consulta médica. La técnica de medición debe realizarse en posición sentado, piernas apoyadas en el piso, pero no cruzadas y brazo libre de prendas. De ser posible, utilizar un tensiómetro automático braquial validado a nivel mundial, sino un esfingomanómetro calibrado cada 6 meses. Además, el paciente no debe haber fumado ni tomado café ni alcohol 15 minutos previos a la medición. Siempre realizar 2 a 3 mediciones con un minuto de diferencia, descartar la primera y tomar en cuenta el promedio o el último valor realizado. En el domicilio el valor óptimo es menor o igual a 135/85 y en el consultorio menor a 140/90 mmHg”, detalla la especialista.
Como la hipertensión arterial es una patología que en un gran porcentaje no suele dar síntomas se la llama silenciosa, pero por otro lado hay mitos con respecto a los síntomas de esta como ser: cefaleas, sangrado conjuntival y nasal (epistaxis). Estos solo se presentan en un 6% de los hipertensos.
Calabria explica que la presión arterial se genera en cada latido cardíaco y esta variará acorde a la frecuencia cardíaca de cada paciente. Por ejemplo: si el corazón late a 70 latidos por minuto, la presión arterial variará esa cantidad de veces. “La sistólica, máxima, se genera en cada contracción cardíaca, es decir, en el momento en que el ventrículo izquierdo ejerce la fuerza para expulsar la sangre a través de la aorta, para su posterior distribución al resto del organismo. La diastólica, mínima, corresponde a la etapa de relajación del ventrículo correspondiendo al llenado cardíaco”, detalla.
HÁBITOS SALUDABLES, BUENOS RESULTADOS
Con nuestras acciones y hábitos de todos los días podemos contribuir a minimizar o prevenir esta patología. Según datos de organismos locales, la población Argentina es una de las mayores consumidoras de sal (cloruro de sodio) del mundo. El consumo promedio es del 12 gramos al día cuando lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la población general es de 5 gramos al día. Tanto en el paciente hipertenso como en toda la población se debe hacer hincapié en los cambios del estilo de vida. “Se debe aumentar la actividad física aeróbica: caminatas intensas 5 veces por semana 40 minutos por día, natación, bicicleta, entre otras. Con respecto a la alimentación hay que fomentar el no agregado de sal al plato de comida, el descenso de peso –al menos en aquellos pacientes que presentan sobrepeso u obesidad–, y evitar la ingesta de embutidos, fiambres, harinas y comidas comercializadas. Cuando todas estas medidas no alcanzan o ya hay diagnóstico de hipertensión arterial, se deben mantener estos cambios e iniciar tratamiento farmacológico. Tampoco olvidar que los controles anuales a cualquier edad son fundamentales para la detección de la hipertensión arterial u otro factor de riesgo cardiovascular”, concluye la especialista.