Cómo disfrutar de las fiestas de fin de año.
El sentido de la Navidad y del Año Nuevo es tan singular como cada sujeto. Hay quienes lo viven desde sus creencias religiosas, desde su deseo de encuentro con seres queridos, etc. Y a pesar del avance de la sociedad y la deconstrucción de estas fechas, cada vez se observa más los mandatos culturales instalados inconscientemente entorno al festejo de las fiestas, que en muchas ocasiones siguen vigentes y se tornan angustiantes.
UN MAR DE ESTÍMULOS Y PRESIONES
Estas fechas condensan demasiados estímulos inundándonos de presiones que repercuten en mucha gente y no siempre de la mejor manera. En ocasiones se vive como una época de malestar. Entre esos mandatos podemos pensar en el “deber sentirse felices”, la obligación al disfrute, el ideal de la familia incondicional, tener que gastar dinero en regalos o la necesidad de hacer balances de fin de año, entre otros. Y como explica la especialista, todo esto genera sentimientos de tristeza y frustración cuando no pueden cumplirse: nos sentimos mal, creemos que no alcanzamos metas proyectadas, padecemos vínculos no sanos con nuestro entorno familiar, nos encontramos atravesando duelos, etc.
A eso hay que sumarle que ‘el deber estar con’ en este tiempo resulta doloroso para quienes no tienen vínculos amorosos y sanos con su familia o para quienes por algún motivo no tienen relación con ellos. “El sentimiento de soledad puede profundizarse en estos tiempos, así como la comparación con aquellos otros que si cumplen con los ideales que tenemos introyectados. Además, el tener que dividirse en muchas partes (‘el 24 con mi mamá’, ‘el 25 con mi papá…’), pero no por querer disfrutar de muchos espacios aparentemente atractivos, sino por no faltar en ninguno ya que podría traernos repercusiones negativas. Por cumplir con todo esto, las personas se obligan a pasar las fiestas con sus familias, padeciendo estos encuentros. Las emociones se encuentran a flor de piel y la culpa por ‘no poder disfrutar como se debe’ aumenta el malestar”, detalla la especialista.
Entonces, ¿cómo hacer para disfrutar de estos encuentros o poder libremente elegir no festejarlos? ¿En función de qué sostener encuentros que no nos generan ningún tipo de disfrute, sino todo lo contrario? ¿Qué es lo que está por debajo haciéndonos asumir, sin cuestionar, que debemos responder a las lógicas familiares? Empezando a responder estas preguntas, podremos ir encontrando el camino a seguir.
EL PROPIO DISFRUTE
Según Casco, un buen ejercicio para empezar a disfrutar de esta época ‘festiva’ sería darle lugar a aquellas emociones que nos aparecen, que son válidas. Poder aceptarlas es un primer paso. También cuestionarnos cuánto nos cuesta emocional y psíquicamente sostener estos mandatos, obligarnos a estar en encuentros o espacios que nos incomodan, que nos duelen, que nos hacen sentir mal. “Es importante escucharnos y priorizar nuestra salud mental aun con el costo de no compartir momentos con ciertos otros, mirándonos a nosotros con empatía y respeto por lo que nos acontece. Esto puede ser un gran paso para poder elegir activamente qué queremos hacer, con quién, dónde, etc. en lugar de acomodarnos a demandas ajenas”, argumenta Casco.
Sin duda, para poder disfrutar de estos momentos entonces, debemos priorizarnos e intentar decidir libremente qué queremos hacer: ¿queremos estar con nuestra familia?, ¿con quienes sí y con quienes no?, ¿queremos pasarla con amigos?, ¿queremos irnos de viaje?, ¿queremos quedarnos en casa solos mirando una película? ¡Todo es válido!
“Que los encuentros no sean fuentes de angustia, ni inseguridades y podamos elegir cómo y con quién relacionarnos en esta época. Poner nuestro deseo en el eje principal. Resignificar estos eventos pensando en nosotros, desterrando presiones y evitando situaciones, comentarios o frases que nos duelan. Preguntarnos cómo queremos transitar esta época desde el deseo y no desde las exigencias familiares, sociales, comerciales y hegemónicas”, concluye la especialista.