Una nueva forma de pensar y hacer ¡Clave para las empresas hoy!
Para Posse la cultura ágil se sustenta en algunos valores que no son fáciles de asimilar genuinamente como, por ejemplo:
- Pensar en beta (de forma experimental) constantemente, no buscar la perfección sino la rapidez funcional para experimentar y pegar primero en el mercado.
- Permitir el error. Muchas compañías buscan innovación, pero no permiten el error. Es imposible de lograr: sin error no existe innovación.
- Dejar hacer a los talentos. Hablamos de una cultura donde los talentos se autogestionan, por ende, debemos dejarlos explotar al máximo su potencial generando confianza y compromiso entre otras cosas.
- No sobresaturar a las personas. No existe manera de que las personas puedan pensar con claridad y un enfoque innovador si lo único que hacen durante su día de trabajo es tener agendas saturadas de reuniones.
“Cómo mencionaba antes esto es muy fácil de entender, pero muy complejo de llevar a la práctica si se interpreta mal o se intenta generar solo con una parte de la organización. La cultura hace a toda una organización, no solo a una parte de ella”, argumenta Posse.
CREATIVIDAD: EL QUID DE LA CUESTIÓN
¿Qué rol juega la creatividad en una cultura ágil? ¿Cómo ayuda a que se implemente? Según Posse la creatividad tiene un rol protagónico porque justamente es una capacidad que hay que ensayar constantemente. En esta nueva forma de hacer y pensar debemos emplearla para no ir por los caminos que nuestro molde mental tiene muy conocidos, sino abrirnos a pensar las cosas distinto y articularlas distinto. “Todos nosotros hemos trazado un molde mental de cómo movernos y hacer las cosas y cambiar estos moldes no es tarea fácil, pero si podemos permitirnos jugar con la creatividad sin temor al error. Así podremos encontrar caminos que nadie haya explorado antes”, argumenta.
CONSEJOS PARA IMPULSAR LA AGILIDAD
Para el especialista lo primero que debemos hacer para impulsarla es tener cierta claridad en torno al concepto de Cultura ágil y agilidad. Poder entender qué estamos haciendo ahora y qué buscamos hacer distinto y por qué es fundamental para darle sentido a la nueva manera que vamos a probar. Luego, si podemos empezar a trabajar con ideas concretas.
- Volcar el listado de tareas pendientes -que todos tenemos constantemente- en una herramienta digital como “Trello”. Poder visualizarlo y priorizarlo para lograr dimensionar mejor todo lo que estamos haciendo diariamente y si en realidad podemos hacerlo con calidad. “Agilidad no es velocidad, es sostener y mejorar la calidad logrando acelerar cada vez más”,
- Visualizar el trabajo de todos. Si hablamos de un equipo, todas las personas podrían volcar en este tablero de Trello las tareas pendientes de cada una y de esta forma poder visualizar la película completa de trabajo del equipo. “Sirve para distribuir tareas -si alguien está saturado-, entender mejor la relación entre una tarea y la otra, lograr transparencia de lo que se está haciendo y qué cosas aún quedan pendientes”, detalla.
- Realizar una ceremonia de planificación semanal con el equipo. Juntarse el primer día de la semana y conversar, en 1 hora como máximo, sobre el trabajo semanal para el equipo. “Setear prioridades, distribuir las tareas y lograr un común acuerdo de todo el equipo sobre qué se propone realizar esta semana y por qué”, detalla.
- Hacer un listado de tareas sin “valor”. “Algo que recomiendo muchísimo es durante una semana hacer un listado de las cosas que ‘tuvimos que hacer’ y consideramos que no agregan valor, ya sea porque directamente no lo agregan o porque no entendemos dónde si lo hacen. Seguramente en una semana puede haber algunas tareas que realmente no generan valor, por ende, se podría considerar descartar de ser posible”.
- Listado de reuniones. “También recomiendo hacer el listado con las reuniones. Las personas han perdido total ownership (propiedad) de sus agendas. La frase: ‘me pusieron una reunión’, es cada vez más escuchada y natural. Error. Intenten hacer un listado de reuniones durante una semana a las que asisten y sienten que podrían no haber estado presentes y no pasaba nada. Este es uno de los puntos más sensibles que atenta contra muchos de los pilares de la cultura ágil”, argumenta.
EXTRA-TIP: debemos liberar tiempo en las agendas para poder pensar de forma innovadora entre otras cosas. “Siempre debemos preguntar el objetivo de una reunión si no entendemos para qué nos invitan y no aceptar reuniones a las que no sabemos para qué vamos o por qué”, enfatiza.
Para finalizar, Posse asegura que tenemos que permitirnos desaprender para poder aprender de una forma distinta para comenzar en este camino hacia lo ágil. Sostenernos con más práctica y menos teoría; más apoyados en experimentos y métricas que en puras corazonadas o costumbres. Permitirnos decir “No sé” o “Necesito ayuda”, para no intentar jugar un papel de superhéroes que luego no se pueda sostener. Debemos entender que las personas son las que ejecutan la agilidad y que esta cultura no se traza de un día para el otro; es un proceso y una curva de aprendizaje. “Dejar hacer a los talentos y explotar su potencial, setear un objetivo claro, concreto y medible con un equipo y dejarlos hacer lo que consideren necesario para poder ir acercándose cada vez más a éste. Entender esto les da sentido a las personas ya que las orienta y les permite poner en juego el 100% de su talento para alcanzar la meta, ya que depende de ellos y su talento nada más. Esto ni más ni menos es autogestionarse como equipo, uno de los pilares de la agilidad”, concluye.