¿ABURRIRNOS ES PRODUCTIVO?

¿Quién alguna vez de niño dijo la frase “estoy aburrido”? Seguro que la gran mayoría recuerda haberla dicho en más de una ocasión. Incluso hoy en día, aquellos que tenemos hijos, la solemos oír de sus bocas casi como una especie de déjà vu. Ante este reclamo los adultos solemos decir el clásico “aburrirse es necesario, permite despertar la creatividad y pensar otras cosas”. Ahora: ¿Qué pasa con nosotros los “grandes” cuando experimentamos esta sensación? ¿Nos incómoda? ¿Le damos lugar? Si hay algo que nos obligó este último año y medio fue a frenar, a dejar de estar haciendo cosas todo el tiempo como robots y llenar espacios. Tuvimos, si se quiere de manera impuesta, dar lugar a esta sensación. Abrazarla y aceptarla. Como explica la licenciada Victoria Álvarez (MN: 41.074) de la Institución Fernando Ulloa, fácilmente podríamos encontrar la definición de aburrimiento como la sensación de fastidio provocada por la falta de diversión o de interés por algo. Podríamos inferir entonces que algo es aburrido cuando no nos entusiasma o que estamos aburridos cuando no sabemos con qué entretenernos. “Considero que vivimos en una época en donde reina el imperativo de productividad, de hacer cosas útiles, quedando el ocio subvalorado. Asimismo, si se trata de esparcimiento, el imperativo es el de tener que divertirse. El aburrimiento tiene mala prensa, no sería algo esperable. Sin embargo, es muy difícil que una persona pueda esquivar continuamente este estado. La pandemia, sobre todo durante el período de cuarentena estricta, aunque sigue sosteniéndose, obligó a la mayoría de las personas a frenar la rutina ya establecida. La mayor permanencia en sus casas en muchos casos hizo que se descubran con tiempo no ocupado. Eso implicó necesariamente un mayor encuentro con uno mismo, con lo que no funcionaba de la rutina anterior, relevando tal vez las actividades que sí se disfrutaban realizar”, explica la especialista.

EL CAMINO DEL AUTOCONOCIMIENTO

Según explica Álvarez para las personas no es algo sencillo detectar y dar lugar a lo que no anda bien de sus vidas, de sus elecciones o simplemente lo que les gustaría hacer diferente.

Tenemos que diferenciar el aburrimiento de la tristeza o de estados más complejos, aunque pueden venir de la mano. “Si hablamos simplemente de la sensación de aburrimiento, de tedio, seguramente este encuentro con tiempo libre para pensar no fue fácil para todos. Se dice que aburrirse es productivo, sobre todo es una frase que se les repite a los niños y las niñas. Aunque a los adultos les suele resultar tan o más difícil que a los pequeños. ¿Cuándo un niño le grita a un adulto ‘estoy aburrido’, qué pretende? Podemos decir que convoca al otro a que propicie su deseo”, argumenta Álvarez.

El momento de aburrimiento posibilita la creatividad, ya que frena un continuo que da lugar a que pueda aparecer otra cosa, el encuentro con algo novedoso. Dejar abierta la posibilidad de esa otra cosa, eso es lo esperable del aburrimiento. También es cierto que, si bien es posibilitador de esa búsqueda, no garantiza un hacer con ella. “El ser humano no soporta fácilmente la incertidumbre que se abre ante la pregunta por lo nuevo y enseguida quiere volver a llenar esos momentos; y eso se hará rápidamente con lo ya conocido, con lo que está más a mano. Puede ser mirar series en continuado, salir a hacer compras de lo que estaría en falta, ponerse a ordenar/limpiar solo porque no se puede estar ‘sin hacer nada’”, detalla Álvarez.

Por último, asegura que, si hay disposición a dar lugar a esa sensación de aburrimiento, hacer uso de este puede resultar favorecedor de cosas nuevas. Ubica el deseo de otra cosa, diferente a la que se está haciendo, diferente a la rutina tediosa, diverso a lo que ya se conoce. “La función del aburrimiento es la de señalar que el deseo sigue atento y vigente”, concluye.