Somos seres adaptables y con capacidad de aprendizaje más allá de cualquier circunstancia.
Hoy vivimos en una sociedad que el filósofo surcoreano Byung-Chul Han llama “Sociedad de rendimiento” ya que está guiada por el ideal de la hiperactividad, la eficiencia, y la ocupación sin límites. La comunicación a través de herramientas virtuales es el modo de relación. Por otro lado, el aburrimiento, que algunos pensadores consideran importante, para convertirlo en un acto nuevo y creativo, es mal tolerado, y se llenan los tiempos inactivos, con programas de acciones interminables. Esta sociedad es una sociedad que no permite “parar” y que exige rendir, rendir y rendir. Por otro lado, en esta sociedad de rendimiento, cada uno está librado a su suerte, cada uno es artífice de su propio destino, la autonomía es valorada, y el individualismo es lo que impera. Pero de un día para el otro esta sociedad fue sacudida por un momento inédito de la historia donde un enemigo invisible (COVID-19) puede atentar con nuestro mundo tal como lo conocemos. “La posibilidad de la muerte y la enfermedad acechan si salimos de nuestras casas, si nos encontramos e interactuamos con los demás seres humanos. La ´Sociedad de Rendimiento´ está suspendida y nuestras vidas cambiaron radicalmente de un momento para el otro. Lo impensado irrumpió de la manera más descarnada constituyéndose en traumático. El ´Otro Social´ nos exige ´Parar´. El Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, se hace decreto y necesidad, como una medida transitoria hasta que la ciencia pueda encontrar una respuesta. Y no solo acatamos, sino que vivenciamos la medida como una medida de cuidado por parte del Estado. Cuidando al otro nos cuidamos nosotros mismos, la solidaridad es fundamental para nuestra supervivencia”.
Estamos viviendo un cambio radical y contradictorio. Por un lado, sentimos angustia, sensación de incertidumbre miedos y por el otro, una especie de alivio por habernos detenido en esta carrera tan exigida de la hiperactividad. “Considero que este momento histórico, es una oportunidad para que podamos pensar cómo queremos vivir, repensar nuestras relaciones, afectos y deseos”, concluye la profesional.
APRENDIZAJES DE AQUÍ EN MÁS
No todo fue y es negativo en este tiempo. Por supuesto que perdimos cosas, pero también ganamos otras. En muchos equipos de trabajo descubrimos que el trabajo remoto funcionó muy bien; conocimos nuevas tecnologías más dinámicas que nos permitieron relacionarnos mejor; y logramos mejores vínculos comprendiendo a nuestros pares, sus realidades y sus vidas. Es importante no olvidar esto y trasladarlo al trabajo cotidiano. Si ante la adversidad pudimos reinventarnos, porque no poder llevar estos aprendizajes a situaciones cotidianas sin tanto estrés. El tiempo pasado debe dejarnos ganancia, sino sin dudas, será tiempo perdido.