¿CUÁNDO ACUDIR A UN INVERSOR?

Es muy probable que todo proyecto o emprendimiento necesite, más tarde o más temprano, una inyección de capital de alguien ajeno a la compañía para poder cumplir con el plan de negocios, las proyecciones de crecimiento y, en definitiva, lograr su objetivo de convertirse en una empresa rentable sostenida en el tiempo. Sin embargo, muchas veces ese pedido de capital no se produce en el momento adecuado. En ocasiones, se da muy temprano y en otras demasiado tarde. Según explica el inversor español Luis Martín Cabiedes en su libro “¿Tienes una startup? Todas las claves para conseguir financiación”, el error más común que comenten los emprendedores es acudir al inversor demasiado pronto. Y hace hincapié en que los inversores no invierten su dinero en una idea sino en un negocio, y que no hay que tomarlos como consultores con quien testear nuestro proyecto. Por eso sugiere antes de solicitar la inversión, tener un plan de negocios bien diseñado, un equipo identificado e incorporado de tiempo completo en el proyecto, y haber certificado algunas de las hipótesis fundamentales del proyecto.

En el otro extremo están los emprendedores que acuden a un inversor demasiado tarde, cuando la empresa o proyecto necesita dinero de manera urgente para tapar agujeros. Esto es un grave error ya que el dinero del inversor hay que invertirlo en hacer más grande y valiosa la compañía, no en gastos, como pagar sueldos. El inversor es alguien que tiene un capital y lo invierte para obtener rentabilidad, no un amigo que presta plata.

Hay, a su vez empresas que ya están funcionando correctamente y necesitan esa inyección externa de dinero para crecer y sostenerse. A veces, la facturación crece a buen ritmo pero es necesario capital para poder aumentar la producción y responder a esa demanda de los clientes. En otras, el dinero se necesita para ampliar el equipo o las instalaciones, por ejemplo.

 

EL MOMENTO DE ORO

Cuando finalmente llegó el momento de tener un encuentro con el inversor es conveniente seguir ciertas pautas. Entre ellas:

1. Explicar concretamente para qué se va a usar la inversión y cómo está previsto inyectar el capital.
2. Exponer cómo es el mercado, los clientes y qué es lo que se ofrece al cliente.
3. Llevar proyecciones de retorno de la inversión. Estimaciones reales de facturación y valor real de la compañía.
4. Mostrar números consistentes con el plan de acción.
5. Detallar posibles riesgos y planes de contingencia si eso sucede. ¡No vender todo perfecto e irreal! Demostrar solidez y coherencia.

¡Y por último no obsesionarse con vender “el producto” sino vender un negocio rentable!