Qué debemos considerar para salir airosos en nuestro negocio.
- DEFINIR EL ALCANCE
El punto de partida es validar el alcance del proyecto. “Para ello debemos contar con una descripción detallada del mismo que contenga el objetivo, los requisitos específicos a contemplar para darlo por exitoso, los límites del proyecto, los entregables y los supuestos y restricciones. Sin una correcta definición del alcance, aumenta la probabilidad de fracaso a la hora de planificar (crear el plan para la gestión), ejecutar, controlar (medir avances) y monitorear (tomar acciones correctivas)”, argumenta la profesional especializada en gestión y planificación financiera para pymes.
- ANÁLISIS FODA
Todo proyecto debería iniciar con una investigación sobre sus características internas (debilidades y fortalezas) y su situación externa (amenazas y oportunidades) que nos permita conocer su situación actual real. Los elementos internos refieren a las fortalezas y debilidades que se tienen respecto a la disponibilidad de recursos de capital, personal, activos, calidad de producto, estructura interna y de mercado, percepción de los consumidores, entre otros. Mientras que los elementos externos, buscan determinar las oportunidades y amenazas que el contexto puede presentarle al proyecto. “Dependiendo de la naturaleza del proyecto una de las cosas que debemos considerar es que información técnica (análisis de mercado), documentación (informes, lecciones aprendidas) o juicio de experto sustenta el proyecto que analizamos”, explica Salloechebarría.
- IDENTIFICACIÓN Y ANÁLISIS DE RIESGOS
Con riesgos nos referimos a todos aquellos eventos positivos o negativos que puedan afectar el proyecto. La planificación debe incluir:
- Su correcta identificación.
- Su análisis. Priorizar los riegos combinando la probabilidad de ocurrencia con el impacto que tendría sobre el proyecto.
- Su respuesta. Opciones o acciones que mejoren esas oportunidades y reduzcan esas amenazas.
- IDENTIFICACIÓN Y ANÁLISIS DE INTERESADOS
Según explica Salloechebarría, los proyectos son llevados por y para personas, y es por eso por lo que debemos identificar no solo quiénes pueden generar una influencia positiva o negativa sobre el proyecto, sino qué impacto pueden tener sobre él. Por ejemplo, socios, empleados, empresas, entes regulatorios, organizaciones ambientales, etc.
- VIABILIDAD ECONÓMICA
Este punto sirve para entender cuál es la diferencia entre los costos y el beneficio del proyecto. Debemos saber que todo es cuantificable. “Hay que analizar cómo fue realizada la proyección de los gastos y el criterio para la definición de los tiempos estimados. También hay que verificar que todos los recursos hayan sido contemplados, desde las compras o adquisiciones, hasta los recursos humanos destinados al proyecto”, explica la profesional.
- VIABILIDAD FINANCIERA
Este punto se refiere al costo de oportunidad. Tanto si estamos buscando un inversor como si somos nosotros mismos los que debemos invertir el dinero, siempre es bueno tener en cuenta qué tan oportuno es el proyecto. Para analizar la viabilidad financiera existen varias fórmulas, pero como mínimo la especialista sugiere verificar el VAN y el TIR. “El VALOR ACTUAL NETO (VAN) trae todos los flujos de caja al momento presente descontándolos a un tipo de interés determinado, expresando una medida de rentabilidad del proyecto en términos absolutos netos. Para que un proyecto sea rentable el Van debe ser mayor a cero. Por su parte, la TASA DE RETORNO DE LA INVERSION (TIR), es la tasa de rentabilidad que ofrece una inversión. Nos permite visibilizar en cuánto tiempo recuperaremos la inversión inicial”, explica Salloechebarría.
- PROYECCIONES
Reconociendo las múltiples variables que podrían afectar la viabilidad de un proyecto, y que además nos encontramos en un país como Argentina, no podemos dejar de considerar el armado de 2 escenarios más: el pesimista y el optimista.