Nuestras defensas merecen el mejor cuidado.
Por otro lado, el especialista destaca que la respuesta inmune se autolimita después de eliminar el agente extraño gracias a sistemas internos de regulación. Sin embargo, en situaciones de hipersensibilidad, el sistema inmune puede reaccionar excesivamente causando daño al cuerpo. “Durante el desarrollo de las personas, el sistema inmune aprende a diferenciar entre lo propio y lo ajeno, lo que previene ataques contra los tejidos propios. Errores en esta discriminación pueden llevar a enfermedades autoinmunes, donde el cuerpo ataca sus propias células”, argumenta.
LAS CLAVES
Un sistema inmune robusto, pero equilibrado, es clave para defendernos contra microorganismos patógenos y asegurar una pronta recuperación. “La respuesta inmune debe ser adecuada tanto en eficacia como en capacidad de autolimitación. Una respuesta excesiva o prolongada puede causar daño a los tejidos. Por ello, en ciertas ocasiones se recetan medicamentos como antiinflamatorios y corticoides para regular respuestas inflamatorias desproporcionadas”, explica Gismondi.
Un sistema inmunitario sano y bien regulado no solo protege contra enfermedades infecciosas, sino también contra otras enfermedades como el cáncer. Para mantenerlo fuerte, según explica Gismondi, lo más importante son los hábitos saludables, entre los más destacados se encuentran:
- Alimentación balanceada. Elegir una dieta con abundantes frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables (no saturadas). Evitar los “snacks” industriales y las gaseosas. Una alimentación balanceada proporciona los nutrientes necesarios para mantener un sistema inmune fuerte y una microbiota intestinal saludable.
- Hidratación. Beber suficiente agua ayuda a mantener las membranas mucosas y la piel en buen estado, que son parte de fundamental nuestra inmunidad innata (primera barrera contra las infecciones). Se recomienda consumir 2 litros de agua al día.
- Ejercicio físico. La práctica de ejercicio físico fortalece el sistema inmunitario ya que mejora la circulación sanguínea, reduce el estrés y promueve la producción de células inmunitarias. Además, todo esto se asocia a una fuerte reducción de la mortalidad. También promueve una microbiota intestinal saludable que modula la inmunidad de la mucosa y mejora la función de la barrera gastrointestinal. Se recomienda realizar 30 minutos de actividad física la mayoría de los días de la semana.
- Descanso adecuado. Dormir lo suficiente es vital para un sistema inmune saludable. Durante el sueño el cuerpo repara y regenera las células, lo que fortalece la respuesta inmune. Se recomienda que las personas adultas duerman entre 7 y 9 horas por noche.
- Higiene personal. Lavarse las manos regularmente con agua y jabón, especialmente antes de comer o después de usar el baño, ayuda a prevenir la propagación de gérmenes y reducir el riesgo de infecciones.
- Evitar el tabaco. El tabaquismo disminuye notablemente –y por diferentes vías– nuestra inmunidad. Fumar reduce la eficacia de las células inmunitarias (debilita linfocitos, macrófagos y neutrófilos), provoca un estado inflamatorio crónico en nuestro cuerpo que lo vuelve susceptible a enfermedades cardíacas, respiratorias y cáncer; y daña de manera directa los pulmones, lo que hace que los fumadores sean más susceptibles a infecciones respiratorias y otras enfermedades. Dejar de fumar es crucial para proteger la salud y fortalecer la inmunidad.
- Vacunación. Las vacunas ayudan a prevenir enfermedades infecciosas peligrosas al fortalecer el sistema inmunitario.
¿Es necesaria la suplementación?
Según explica el especialista, para la mayoría de las personas que siguen una dieta equilibrada y saludable no es necesaria la suplementación ya que es suficiente con las vitaminas y minerales que adquieren a través de los alimentos. Sin embargo, en algunos casos, puede ser beneficioso considerar la suplementación como, por ejemplo, en personas con deficiencias específicas de alguna vitamina o en grupos de riesgo. Un ejemplo pueden ser las personas mayores o aquellas que viven en áreas con poca luz solar, que pueden tener deficiencia de vitamina D y necesiten suplementarla.